¡”El fin del mundo”! ¿Quién lo hubiera pensado? Ocurrió tan rápidamente, sin preparación o predicción. Poco a poco, amigo del conocimiento, el viento me empujó hacia Ushuaia.
El camino fue largo: 3 días en camión. Afortunadamente, este camión llevaba cerveza y al conductor no le molestaba compartir. No es un mito que todo el mundo hace dedo en la Patagonia. En este caso, los camiones son una alternativa al transporte en bus. Los 3070 kilómetros de la Ruta 3 que conectan Buenos Aires con la Tierra del Fuego cansan a los camioneros. Así que, naturalmente, muchos llevan mochileros en su cabina, porque pone un poco de sabor a su obra. Es como un intercambio de buenos modales: Te llevaré gratis, y tú me divertirás. En la parte delantera de un camión de 18,50m que pesaba 42 toneladas, a 10 km/h en las subidas – 70km/h en las bajadas a plena velocidad, se entiende rápidamente la inutilidad de hablar de hora de llegada. Sin embargo, hablamos de música, bailamos, cantamos en voz alta. Hablamos de mate, e hicimos mate manejando. Hablamos de comida y cocinamos manejando… Me di cuenta de que la cabina de un camionero era un lugar lleno de vida, o mejor dicho, que contenía su vida entera.
Al final de este largo camino, llegamos a Ushuaia, un pueblo lejano, rodeado de una naturaleza maravillosa, casi mística y fantástica, ya que esté tan lejos de todo, y que se alce entre el océano y las montañas. En este lugar inalcanzable crecieron una ciudad y su sociedad constituida por personas que buscaban la tranquilidad y encontrarse con su identidad, y que llegaron a construirse como personas, al mismo tiempo que llegaron a construir la ciudad. De hecho, Ushuaia es joven y su fundación ha sido un verdadero reto. Durante la primera mitad del siglo XX, se mandaban a los presos más peligrosos del país a una cárcel, construida en este lugar. Poco a poco, se creó una comunidad. Luego, se cavaron las primeras excavaciones petroleras y se instalaron fábricas de productos electrónicos. De esta manera, la pequeña Ushuaia se convirtió en un centro administrativo importante, pilar de la Provincia de Tierra del Fuego y en una referencia turística. Es desde ahí que partieron los combatientes argentinos para rescatar a las Islas Malvinas de las garras de Thatcher en 1982. Es desde ahí que parten todos los buques de expedición por la Antártida. Y es desde ahí que parten todos los cruceros turísticos para ir a ver a los pingüinos en la costa cercana. El mundo fantástico de Ushuaia es un remanso de paz perdido en el fin del mundo, generoso en naturaleza, fauna, flora y colores; donde los sueños pueden hacerse realidad, con la condición de hacer algunos esfuerzos primero.
Para disfrutar de su belleza, uno tiene que alcanzar las cumbres de las montañas, luchar contra viento y marea y especialmente contra el centro de gravedad. Al otro lado de la Tierra, la gravedad es tan fuerte que el mundo gira menos que en el ecuador. En el siglo XVII, Richer explicó la relación entre la gravedad y la latitud: el efecto de la rotación de la Tierra crea una fuerza centrífuga que es máxima en el ecuador y menor en los polos Norte y Sur. Es solamente viajando que uno recuerda sus cursos de física y de química…
Sin embargo, levantar mis piernas, dos veces más pesadas de lo normal, hasta la cumbre del Guanaco o hasta el glaciar de Ushuaia valió la pena : un desfile de alta mar serpenteando a través de las montañas, lagos naturales con un azul más que resplandeciente, la nieve eterna tocable… Esa era la idea de Leopold, mi compañero de mochila del momento que había conocido en el mismo lugar. Al llegar cerca de la parte superior del glaciar en zapatillas de deporte y calzas con hoyos después de una hora de escalada en un terreno no autorizado… nos sentamos para admirar la vista. Y de repente, un enorme bloque de piedra cayó a pocos metros de nosotros, y entrenó a otras piedras que cayeron y rodaron hasta el valle. ¡Empezamos a bajar rápido!
Ushuaia…
Este extraño lugar, en esta Tierra de Fuego, nombrado por el explorador Magallanes, quien desde su barco podía ver las luces dispersas de los aborígenes viviendo en la isla; una misteriosa isla donde historias y leyendas antiguas crecieron en las cadenas de montañas inhóspitas.
Para alcanzarla, debemos mostrar determinación. Para disfrutar de ella, debemos dejar la admiración por nacer. Este lugar es estimulante, lleno de energía, como un trampolín que me propulsará lejos en el continente.
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