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Por instinto, es una pregunta que atormenta a todos los viajeros en solitario: “¿Dónde y con quién voy a pasar la Navidad?”. En todas las culturas y para todos, la Navidad es a menudo un momento importante y familiar. La respuesta es sencilla: componer una familia con otros solitarios.

Para mí, las cosas se organizaron espontáneamente. Ya que viajaba en Couchsurfing, (literalmente « el surf en los sofás« ), pasar la Navidad con Julyana, que me ofrecía alojamiento en este momento, tenía sentido. Poco a poco, como atraídas por un imán de viajeros solos, nos encontramos en la Navidad más internacional de Asunción. Alrededor de la mesa: paraguayos, mexicanos, franceses, finlandeses, brasileños, alemanes… y así sucesivamente. Una Navidad donde trabajamos nuestras lenguas extranjeras y nos contamos los ritos culturales de fin del año en cada país.

En el hemisferio Sur, la tradición es dorar un enorme pedazo de carne en la barbacoa para deleitar a todos. En Paraguay o en Australia, el 24 de diciembre en la noche, cocinamos en short, chanclas y camiseta sin mangas. El asado simboliza la celebración, la convivencia y el compartir, es decir todos los valores que queremos encontrar en la Navidad. En cuanto al cuento excéntrico que crea la emoción de las fiestas de fin de año, todavía me pregunto cómo, en los trópicos, los niños pueden creer que Santa va a deslizarse por la nieve, pasar a través de la chimenea, y dejar regalos bajo el árbol de Navidad…

Este año, no hubo nieve, no hubo árbol de Navidad, no vino Santa Claus, pero las tradiciones culinarias sí estuvieron. Nuestros amigos habían puesto los platos a lo grande para marcar el evento y habían preparado -con los medios disponibles- comida que recuerda el espíritu de la Navidad: tostadas de tapenade, ponche local, sidra a manera de champán, y especialmente ¡un tronco de Navidad para el postre! ¿Quién lo hubiera pensado?

El ambiente era familiar, a pesar del hecho de que todo el mundo hubiera conocido a su familia temporal el mismo día. Las risas eran abundantes, la gente iba y venía en esta posada española, y la pista de baile estuvo ocupada hasta la mañana. Después de una buena noche de sueño -es decir 3 horas en la hamaca del jardín- un hermoso día nos esperó, cálido y soleado.

Fue una perfecta oportunidad para dar un paseo en motocicleta cerca de Asunción. Así es que, el 25 de diciembre de 2017, hice como todos los paraguayos en la capital el día de Navidad: tomé el sol en el lago de San Bernardino, donde el reggaetón y los juegos de pelota divirtieron a la gente. En camino, he experimentado la manera de conducir de los otros usuarios de la carretera de Paraguay. En otras palabras: te cortan el paso y encuentras grietas por todos lados.

¿Pero a quién le importa? ¡Lo más mágico es que esté en el otro extremo de la tierra, manejando una motocicleta de Paraguay bajo el sol y a través de un paisaje desértico y desconocido!

¡Un regalo de Navidad agradable!