En los albores de una gran aventura, todavía me pregunto « ¿Cómo esta idea de ir al otro lado del mundo para hacer una expedición en moto en varios países por un período indefinido, me vino a la cabeza? » Ataque de locura, idea descabellada, cambio de vida, aspiración nómada, o simplemente la ambición de cumplir mi deseo de tomarse la carretera.
Tengo mi licencia de moto desde marzo de 2017. Mi padre me dijo: « Si quieres una motocicleta, te presto una, pero vienes a buscarla. » Sabiendo que mi padre vive a 800 km de mi casa, travesar Francia de Norte a Sur no me asustó. Durante el viaje de tres días, he experimentado la lluvia, las ráfagas de viento, las tormentas y el sol cegador. Cuando la moto estaba en mi garaje, me sentí orgullosa de mi logro.
¡Pero sobre todo, me ha enganchado! Nunca había tanto disfrutado un recorrido. Tomar el camino que quiero, parar cuando me conviene, para encontrar un lugar que se ve lindo, sentir el viento (y los olores), ir en todos terrenos que quería, etc. Con esta moto, me sentí libre.
Tan libre que volví un par de semanas más tarde. Yo siempre había querido viajar a España. Así que decidí dar la vuelta a los Pirineos durante diez días. Allí descubrí la fiesta en el sentido español y paisajes impresionantes entre las costas y los desiertos. Este viaje me ha cruzado con gente fabulosa: catalanes, motoqueros, viejitos del pueblo, amigos y familia que no veo muy a menudo. Todo fue muy espontáneo y tranquilo.
Al regresar, era obvio: tenía que viajar, pero esta vez más lejos, más largo, más intensamente. América del Sur me vino a la cabeza poco a poco. Al principio me pareció un proyecto loco, y luego se convirtió en una realidad. Cuando se enfrasca plenamente en una iniciativa, no te das cuenta de cuando todo se convierte en realidad. Y cuando espontáneamente respondo: « ¡Estoy preparando mi próximo viaje! » a la pregunta « ¿Qué haces en la vida?« , la toma de conciencia es inmediata: ¡Sí, este viaje se hará realidad!
Por ahora, sólo puedo imaginar: viajar en estos países, dormir en estos lugares, visitar estos museos, etc. Queremos prever todo de antemano, asegurar todo, predecir todo o incluso vivir todo antes de vivirlo realmente. Esta terquedad sólo genera una especie de estrés positivo, que nos hace actuar y preparase (aunque mi madre va a decir que hago todo en el último minuto). Sin embargo, vamos a dejar lo inesperado hacer su parte de trabajo. Si todo se predijo, la vida perdería su esencia de sorpresa.
En cualquier caso, lo cierto es que el miércoles, 6 de diciembre de 2017, el día de mis 24 años (¡si voy a divertirme, voy a hacerlo bien!), emprendo el vuelo a Brasil.
Carpe Diem 🙂
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